Mascaras y Traducción: Trayectorias de la Hegemonía en Rivera Cusicanqui y Mbembe


Había leído hace un tiempo el gran ensayo de Achille Mbembe donde se acuña el tan necesario concepto de “Necropolítica”. Sin embargo, leerlo de nuevo a la luz del “Principio de Potosí” de Silvia Rivera Cusicanqui fue revelador; la forma y el lenguaje del texto de la última no se parecía en nada a la estructura cuadrada y exacta que Mbembe necesita para argumentar y constituir la genealogía filosófica del concepto de “soberanía”, pero más sorprendente aún era ver que aunque sus lenguajes son distintos, hablan en gran parte de lo mismo: de los caminos y territorios que inscriben a los cuerpos, o si se quiere, de la carne (flesh) que atraviesa y se forma en/desde esas mismas trayectorias. Que Membe necesite comenzar en los conceptos de la “libertad” de Hegel y pasar a la biopolítica de Foucault, Arendt y Agamben para poder decir que la Necropolítica es una zona y un estado en la que todos los derechos han sido suspendidos y donde la soberanía se construye en el derecho de matar, da cuenta de las trayectorias de la academia como un organismo que tiene que dar cuenta de sí misma. Rivera Cusicanqui se aleja de esos “caminos” y presenta uno no menos estructurado, pero si mucho más “refrescante”. Si volvemos a la cuestión de la traducción podemos decir que, cada uno, es sus propias palabras está traduciendo el potencial constructivo y destructivo del cuerpo. Más aún, lo dos textos son extremadamente poéticos, la sinécdoque y la metáfora aparecen como tropos necesarios para hablar de una cuestión que esta literal y simbólicamente inscrita tanto en la tierra (como territorio, espacio habitado y paisaje) como en los estados cambiantes del cuerpo (cuerpo singularizado y comunal, cuerpo marcado por el género, cuerpo híbrido, cuerpo negro, cuerpo torturado, carne y cadáver). Me quiero detener en el tono de lo que sería mi traducción conjunta de ambos textos, un “tono” que en Rivera Cusicanqui se presenta híbrido y conciliador, un “tono” que pone la cuestión colonial en la balanza y la acepta de forma constructiva, no llora sobre la leche derramada, ni añora un pasado indígena inimaginable; el “tono” de Membe es distinto, elabora en la violencia sobre los cuerpos como zona e instancia de opresión, y no estoy insinuando que haya que verle el lado positivo al Holocausto, o al Apartheid, o a los refugiados Palestinos, sino que en Rivera Cusicanqui hay traducción e incorporación de todos los lenguajes posibles …  la máscara y el palimpsesto son la imagen recurrente para mostrar que la historia trae consigo movimientos y desplazamientos que actúan en el presente de los cuerpos. La mascaras son traducciones, versiones y recorridos que para bien o para mal configuran subjetividades, Rivera Cusicanqui habla de la hegemonía como máscara que quiere inscribir a los cuerpos, propongo entonces identificar esas máscaras

¿cuáles son y cómo afectan nuestra subjetividad? ¿cuáles son nuestras posibilidades lingüísticas de destruir o reconstruir la máscara?

Asumo que Mbembe no compartiría esta interpretación de los discursos hegemónicos como máscara, el diría que estas prácticas son más poderosas e incluso ajenas al sujeto dejándolo siempre en una posición de vulnerabilidad, tal vez ¿inescapable? Para Rivera Cusicanqui la noción de desplazamiento no puede ser usada unilateralmente como producto de la opresión y la violencia, entonces pensemos la inmolación como máscara, ¿qué hay detrás del discurso del sacrificio del mártir? al ver la máscara como fachada de una traducción, ¿cambiaría nuestra percepción de los discursos hegemónicos? Más aún, ¿del discurso académico?