UN MUNDO DONDE QUEPAN MUCHOS MUNDOS


Para Ramón Grosfoguel la racionalidad moderna-colonial basada en el universal abstracto y el solipsismo cartesiano tiene su origen en los epistemicidios perpetrados contra musulmanes y judíos, pueblos indígenas americanos y africanos y mujeres portadoras de sabiduría no-occidental que fueron quemadas en la hoguera acusadas de brujería. Hay una asociación directa entre el genocidio y el epistemicidio, pues el primero sienta las bases para la desposesión de los sujetos colonizados de la categoría de humanos (algo que recoge también Linda Tuhiwai Smith) y abre la puerta a su exterminio. En este sentido, el ego extermino de Grosfoguel es la conexión entre el ego conquiro que propone Enrique Dussel y el ego cogito de René Descartes. Boaventura de Sousa Santos hace un llamado para una sociología de las ausencias como un gesto decolonial que ponga solución al epistemicidio perpetrado por la ciencia moderna. Esto conlleva una serie de desaprendizajes para hacer emerger lo que ha sido marginalizado por la “epistemología de la ceguera”; una tarea urgente para desarticular la base epistemológica de un sistema donde solo es posible una lógica de cuerpos dóciles (útiles y productivos para el capital) y cuerpos extraños (que se deben doblegar y subyugar). ¿A dónde nos pueden llevar las epistemologías alternativas al universalismo abstracto? ¿Cómo nos “desprendemos” de éste y articulamos el pluriversalismo que propugnan Mignolo y Grosfoguel entre otros? Una de las maneras podría ser sustituir el yo solipsístico por el nosotrxs inclusivo (ese heterogeneous we del que habla Lee en su respuesta). Expresado en términos del Zapatismo sería fomentar un mundo donde quepan muchos mundos. Este giro decolonial se puede armar a partir de las epistemologías conservadas en lenguas indígenas. Como señala Juan López Intzín, es posible hacer emerger los conocimientos y epistemologías del corazón a través del volver nuestro corazón a los cosmos olvidados (1).

Hablando de la lengua maya tojolabal, Carlos Lenkersdorf apunta a que la individualidad deja de tener sentido en el momento en que el “yo te dije” se tiene que traducir como “yo dije, tú escuchaste” (45). Parece simple, pero es revolucionario decir que la conversación implica escucha. Una vez desterrado el soliloquio del imaginario lingüístico se puede construir a partir del pronombre colectivo. El tojolabal enfatiza el nosotros porque en su cosmología no jerárquica todxs son responsables de las decisiones que se toman en comunidad; pero no solo la sociedad humana, sino todo el cosmos en general, ya que “no hay nada que no tenga corazón”. Otro idioma que permite contrarrestar la epistemología de la ceguera es el quechua, el cual añade otra forma a la primera persona del plural. Además del ñuqayku (nosotros), existe el ñuqanchik (nosotros inclusivo), que implica el hacer con vosotrxs/ustedes.

Siguiendo con el quechua hay otro aspecto lingüístico que se puede relacionar con la propuesta de Sousa Santos de desaprender y también con la educación como práctica de la libertad de Paulo Freire. En el idioma andino no es posible conjugar el verbo aprender (yachasun) en pasado. Siempre se está aprendiendo, en presente o en gerundio.

Ñuqanchik, nosotrxs, con ustedes, aprendiendo, es como hacemos un mundo donde quepan muchos mundos. Un buen lema para nuestra clase.

Lenkersdorf, Carlos. Filosofar en clave tojolabal. Mexico City: Miguel Ángel Porrúa, 2002. Print.López Intzín, Juan. "Sp'ijilal O'tan: Epistemologies of the Heart." 1 Jan 1970: Print.